DESDE hace unos años ha habido una importante discusión acerca de qué era o qué representaba NaBai. Las voces que se han dejado oír sobre esta cuestión han sido muchas, pero en realidad se podrían resumir en dos líneas de argumentación diferentes.
La primera afirmaba que NaBai no era sino una unión temporal de partidos políticos. Según ellos, NaBai era la suma de los partidos políticos que la integraban y perduraría en la medida en que a esos partidos les interesara. Se trataba de una apuesta táctica para afrontar una situación coyuntural a la espera de que los tiempos y las alianzas pudieran cambiar.
La segunda, por el contrario, defendía que NaBai era una apuesta estratégica, construida para dar respuesta al que era (y sigue siendo) el sector mayoritario del abertzalismo y el vasquismo en Navarra: el de quienes ya no se sentían cómodos ni representados por un partido y querían una nueva manera de actuar en política. El de quienes estaban cansados del enfrentamiento constante, del ruido y la bronca que caracterizaban a la política vasca en general, y a la navarra en particular. El de quienes querían construir a partir del respeto y del reconocimiento de la pluralidad y la complejidad de una sociedad como la navarra, en pleno siglo XXI. El de quienes apostaban de verdad por una nueva cultura política que debíamos construir en el día a día entre todos y todas, con la colaboración de la ciudadanía, pero demostrando que éramos nosotros y nosotras los que podíamos cambiar en primer lugar.
La ilusión que consiguió generar NaBai en tantos miles de navarros y navarras demostró que NaBai era mucho más que una unión temporal de partidos. NaBai se había convertido en un movimiento social que reclamaba nuevas soluciones y nuevas formas de hacer política. Algunos dirigentes de los partidos de NaBai, conscientes de que eran el sector minoritario de la nueva criatura y de que podían perder el control de lo que habían ayudado a crear, se asustaron. A partir de ese momento, los problemas derivaron en una bronca constante para tristeza, desilusión y desánimo de muchos de quienes habían confiado en la nueva fórmula. Algunos de los dirigentes que habían propugnado el cambio se mostraban, a la hora de la verdad, incapaces de cambiar ellos mismos.
En esta coyuntura nace Geroa Bai, recogiendo el guante de la NaBai que pudo ser y no fue, libre ya del peso de quienes querían una simple unión táctica y no dejaron que NaBai creciera y desarrollara toda su potencialidad. Geroa Bai tiene el reto y al mismo tiempo la gran oportunidad de recuperar la confianza de quienes una vez se ilusionaron con el proyecto pero se sintieron defraudados con el resultado. Geroa Bai tiene la oportunidad de impulsar una nueva forma de hacer política, propia del siglo XXI, tal y como quiso hacer la primera NaBai. Porque todas las sensibilidades políticas que estuvieron presentes en el nacimiento de NaBai lo están también en Geroa Bai.
Geroa Bai se presenta a las elecciones del próximo 20-N con renovada esperanza. Nos gustaría transmitiros la ilusión con la que estamos trabajando en Geroa Bai porque la alegría ha regresado otra vez a muchos rostros que habían perdido la sonrisa en los últimos tiempos. El objetivo de Geroa Bai no es otro que consolidar las bases de un futuro diferente para Navarra, pero queremos hacerlo desde nuevas maneras políticas y para ello es necesaria la participación de todos aquellos que crean que ese futuro es posible, porque el trabajo no termina el 20-N, pero es mucho lo que los abertzales y vasquistas de Navarra nos jugamos en las próximas elecciones.
Alvaro Baraibar
Miembro de Zabaltzen
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